Reírse de uno mismo
Amigo, un consejo: si un día te escuchas diciendo que tus estudios son lo primero, que no puedes perder tiempo porque te estás labrando tu futuro, que has luchado mucho para estar donde estás... ¡Cuidado! Pon en alerta todos tus sentidos. Puede que estés sufriendo un ataque de importancia intrínseca.
Cada vez más pienso que me he tomado mi vida muy en serio. Y cada vez más pienso que he perdido mi adolescencia y parte de mi juventud por ese motivo. Apenas la he sabido disfrutar hasta hace poco tiempo. Todo porque pensaba que el que estaba viviendo era un momento crucial en mi vida. Que debía preparar mi futuro. Que el porvenir debía ser mi mayor prioridad y el objetivo hacia el que dirigir todos mis esfuerzos.
Pura mierda. No hice más que perder el tiempo. Admiro a las personas que se plantean un objetivo a largo plazo y lo consiguen. Yo también traté de conseguirlo, pero no obtuve un buen resultado. Al contrario, lo único que conseguí fue desaprovechar muchos años.
Viví primero el futuro. Ahora intento vivir el presente. Trato de restar importancia a todo lo que puedo. Porque cada vez más creo que la vida no es como un plan de empresa: estrategia - táctica - objetivo cumplido. No es tan fácil. Por lo que he vivido y sigo viviendo, es más como cuando te montas en un barco y tienes que tripularlo. De vez en cuando tendrás el timón bien cogido y lograrás seguir una ruta, pero otras veces deberás agarrarte con fuerza al mástil si no quieres ir al garete por culpa de la tormenta.
Por eso he cambiado de filosofía de vida. Aquello que te quite el sueño y el disfrute de los pequeños placeres de la vida, no merece más atención que la justa. No te doblegues a nada, si te quita demasiado tiempo. Réstale importancia. Ríete de ello. Ríete de ti misma y de tus ganas de triunfar en una vida artificial y nada auténtica.
Si estás en desacuerdo conmigo, te recomiendo que leas el famoso "¿Quién se ha llevado mi queso?" de Spencer Johnson. Te gustará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario