¿Da de comer la dignidad?
Llevo meses buscando un trabajo que me guste. Esto significa que, aparte de ser interesante, espero que no suponga una explotación para mí. En varias ocasiones he encontrado la primera de mis condiciones. La segunda, tan solo una vez. Pero no hubo suerte.
Ahora, cuando apenas me quedan esperanzas, me ha surgido una oportunidad. El inconveniente es que no cumple el segundo de los requisitos. Parece ser que están muy interesados en mí, pero también en que me baje los pantalones.
Soy joven y no tengo suficiente experiencia laboral como para poder exigir mucho por esta parte. Sin embargo, a pesar de que en algunas ocasiones los psicólogos de los procesos de selección me han cegado y se han aprovechado de mi necesidad de un nuevo trabajo, sigo sin querer perder mi dignidad.
Parece ser que es una práctica muy habitual en la actualidad. Si buscas un trabajo, te verás abocado a un sinfín de situaciones en que lo único que esperarán de ti es saber hasta qué punto de las piernas eres capaz de bajarte los pantalones. En ocasiones, el proceso de selección estará basado en esta única averiguación, dejando de lado aspectos como los conocimientos o el dominio que se tenga de las diferentes herramientas que se utilizan en una profesión.
Es muy triste. Pero así es. Ahora mismo, me encuentro en uno de esos momentos. Estoy viendo que voy a perder la oportunidad sólo por eso. Por no querer que se inmiscuyan en mi vida personal más de lo que ya lo han hecho usando las técnicas de una psicóloga experta en el tema. Señores, hasta aquí he llegado.
La pregunta es: ¿es necesario ceder para encontrar un trabajo con el que poder sobrevivir? La dignidad no da de comer pero, ¿no es mejor vivir humildemente aunque con la cabeza alta? Creo que así sabe mucho mejor el pan, aunque no sea del Rincón del Gourmet de El Corte Inglés.
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